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CAPÍTULO 43

RELIGIÓN


 


   A fines del siglo XIX, el Puerto de Laguna de los Padres, estaba inmerso en un gran espacio rural que dominaba en el plano cultural y, por lo tanto, en el mundo de las creencias.   La campaña bonaerense sobre todo al sur del río Salado, no contaban con una fe católica muy arraigada, debido -entre otras cosas- a la ausencia de la Iglesia, que tuvo una presencia muy breve: la Reducción del Pilar, fundada en el año 1746 por los jesuitas, con el fin de convertir en cristianos a los indígenas del lugar.

   En el medio rural podía observarse la existencia de cábalas y supersticiones o simplemente, otras prácticas religiosas.   Algunas de éstas, totalmente normales para la campaña de mediados del siglo XIX, parecieron aberrantes hacia las décadas de 1870 y 1880.   Así lo interpretó la Corporación Municipal que, en el año 1881, pretendió terminar con los entierros de las personas fallecidas en esa época, en los terrenos particulares e implementar su sepultura en el cementerio público, dentro de las 24 horas del deceso.

   A un año que Peralta Ramos denunciara la existencia de prácticas velatorias que no eran consideradas civilizadas, volvió a surgir el mismo tema entre las autoridades, lo que habla de la persistencia de estas costumbres funerarias.

   La superstición y la religión, formaban parte simultáneamente de las creencias de la gente de campo.   Imágenes de santos, medallas, escapularios, cruces y  rosarios, dan cuenta de la fe cristiana pero al mismo tiempo, se las poseían para protegerse "del mal".

   Por la misma época, cerca del actual Cabo Corrientes, había una choza con un humilde altar a la llamada "Virgen de la montaña", más conocida como "La Manquita".   La cuidaba una anciana muy pobre, a la que se le atribuían ciertos conocimientos ocultos que atrapó la atención de la propia aristocracia marplatense y porteña, sobre todo de las jóvenes casaderas que acudían en pos de ungüentos maravillosos, capaces de lograr matrimonios favorables.

   Otro ejemplo de esta mezcla entre religión y superstición, se dio en la figura del mago Vivier, inmigrante francés que, según el decir popular,  poseía ciertos poderes conferidos por el propio Lucifer.   Su presencia fue requerida para recibir al Doctor Dardo Rocha en el año 1883.

   La Iglesia realizó sus actos de fe, paralelos a aquellas otras creencias y sin confrontarse con ellas, ignorando su presencia en tanto no la pusieran en peligro.



   IGLESIA CATÓLICA:

   La primera institución que se estableció en la actual región de Mar del Plata, fue la Iglesia Católica y desde el momento en que llegaron, reclamaron por sus necesidades y por lo que en esta zona ocurría.   En el año 1747, los dos sacerdotes jesuitas que estaban en la Reducción del Pilar, enviaron numerosas cartas a Buenos Aires y dirigidas a los superiores de su congregación, para que mediaran ante las autoridades virreinales.   En ellas reclamaban por la falta de seguridad en el territorio, representado por los posibles malones y levantamientos indígenas.   Denunciaban el comercio ilegal y peticionaban por más recursos para mantener la Reducción.   La mayoría de los reclamos no fueron escuchados y al final fueron destruidos por los malones indígenas.

   A fines del siglo XIX, en el año 1873, se levantó una capilla en el pueblo de Mar del Plata, con capacidad para 400 fieles.   Su nombre, Santa Cecilia, se eligió en honor a la esposa de Patricio Peralta Ramos, la señora Cecilia Robles.   Esta capilla, además de desarrollar sus actividades religiosas, tomaba parte en festividades patrias, que anunciaba disparando un pequeño cañón rescatado de un naufragio.

   El 12 de febrero de 1905, se inauguró en forma definitiva y oficial la iglesia San Pedro, que había sido inaugurada muy precariamente el 16 de febrero de 1898 y que fue empezada a construirse en el año 1874, por iniciativa de una comisión integrada por señoras de la elite porteña.  Su construcción se realizó en base de donaciones de las más prestigiosas familias.   Los nombres de los donantes, aparecían por todas partes para prestigiarse y prestigiar el recinto.

   La iglesia estuvo presente en los momentos iniciales del pueblo participando políticamente en la Comuna.   Fue el caso del año 1881, cuando el presbítero Antonio Iglesias participó de la Corporación Municipal.   También estaba presente en cada festividad patria, junto a las autoridades civiles y militares.   Con el inicio del ciclo de los gobiernos socialistas, la Iglesia fue relegada a sus funciones específicas, pues este partido tenía una fuerte tradición librepensadora y propiciaron la separación entre la Iglesia y el Ejecutivo comunal.

   Con el regreso de los conservadores al gobierno de la Provincia y de la ciudad, en la década de 1930, la Iglesia Católica tuvo nuevas oportunidades para hacer sentir su peso.   Varias capillas y parroquias, se construyeron en este período, como la de San José, Virgen del Rosario, Nueva Pompeya y San Carlos, entre otras.   Simultáneamente el gobernador Fresco, decretó la reimplantación de la educación religiosa en las escuelas públicas, lo que le permitió a la Iglesia recuperar la influencia perdida en la sociedad local.

   En la década de 1940, el peronismo mantuvo relaciones conflictivas con la Iglesia Católica.   En un principio, la iglesia oficial colaboró con el gobierno, pero durante la segunda presidencia de Perón, las relaciones se deterioraron a raíz del enfrentamiento por temas claves, como el divorcio y los intentos del Gobierno por establecer la separación de la Iglesia y el Estado.   Este choque de fuerzas, tuvo consecuencias para Mar del Plata, ya que fue intervenido el Asilo Unzué y las religiosas que allí habitaban fueron reemplazadas.

   Para el año 1957, visto la creciente importancia de la ciudad, Mar del Plata fue declarada cabecera del Obispado y su primer obispo fue Monseñor Enrique Rau.   Esto fue una muestra de la importancia e influencia de la diócesis sobre la población civil y política.   Monseñor Rau, enrolado en la corriente renovadora de la iglesia y favorable a las orientaciones surgidas del Congreso Vaticano II, permitió establecer nuevas relaciones con el poder local, por entonces en manos de los socialistas.   El Congreso Vaticano II fue en este aspecto, renovador en cuanto a la relación entre la Iglesia y la sociedad civil y política.   La Iglesia abandonó sus ritos en latín, para pasar a expresarse en el idioma de cada lugar y sus costumbres se flexibilizaron, permitiendo una relación más directa entre la gente y los sacerdotes.

   Durante la década de 1960, la Iglesia extendió su influencia sobre la ciudad al inaugurar la Universidad Católica, en la que se dictaban carreras como Teología, Derecho y distintos profesorados, que darían origen junto a las carreras dictadas en la Universidad Provincial de Mar del Plata, a la Universidad Nacional de Mar del Plata.

   En el año 1972, falleció el Obispo Enrique Rau y lo sucedió Monseñor Eduardo Francisco Pironio, presidente de la Conferencia Episcopal Latinoamericana (CELAM).   Este obispo fue rector de la Universidad Católica de Mar del Plata y su gestión fue apoyada por amplios sectores de la población, especialmente, por los jóvenes a raíz de su política comprometida con los desposeídos y con una distribución más justa de la riqueza.   Sin embargo, sus ideas no fueron aceptadas por otros sectores de la población.   En la década de 1970, varios miembros de la Iglesia sufrieron amenazas y persecuciones.   Una de las primeras víctimas fue la decana de la Facultad de Humanidades de la Universidad Católica, María del Carmen Maggi, consustanciada con la labor del Obispo.   Fue secuestrada por la Alianza Anticomunista Argentina (AAA) y posteriormente asesinada en mayo de 1975.   En el año 1976, el obispo Pironio abandonó la feligresía por las constantes amenazas de muerte por parte de la "triple A".   Convocado por el Papa se trasladó a Roma.

   Monseñor Pironio fue reemplazado por el Obispo Rómulo García.   Su gestión transcurrió durante el Proceso de Reorganización Nacional.   La postura oficial de la Iglesia, fue de respaldo al gobierno militar, sin hacerse eco de los reclamos de distintos sectores de la sociedad.   La ambigüedad caracterizó la gestión de este nuevo obispo.   Ante los secuestros y desapariciones de personas, el obispado recibió las denuncias de estas violaciones, pero desalentó las reuniones de los familiares e incluso, que tuviesen contacto con los organismos de Derechos Humanos de Buenos Aires.

   Más allá de la postura oficial, algunos sacerdotes mantuvieron un compromiso más activo con los trabajadores y las organizaciones defensoras de los derechos humanos.

   Con el reingreso a la democracia en 1983, la Iglesia fue mucho más moderada que en períodos anteriores.   La designación de Monseñor José María Arancedo, como Obispo de Mar del Plata, dio lugar a que los feligreses de las zonas periféricas se sintieran más apoyados que con la gestión anterior.



   OTRAS IGLESIAS Y RELIGIONES:

   Por su parte la comunidad israelita se asentó en la ciudad en la década de 1920.   Dos sinagogas testimonian la importancia alcanzada por los judíos en la ciudad.

   En la década de 1990, ya existe en la ciudad un sinnúmero de iglesias y religiones: la Metodista, la Luterana Argentina, la Reformada Argentina, la Iglesia de Dios, la Luterana Unida, la Baptista o Bautista, la Iglesia de los Santos de los Últimos Días (Mormones), y la Presbiteriana, todas ellas, poniendo el acento en el Evangelio.


 

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