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CAPITULO 4

PRIMITIVOS HABITANTES DE LA ZONA


 

Historia pampeana Paisaje serrano/ambiente costero Antiguos asentamientos
Sociedades posteriores Últimas sociedades A partir del siglo XVI


   El imperio de los Incas se extendía hasta el Norte del actual territorio argentino y llegaba a Tucumán.  El resto del territorio, estaba habitado por diversas tribus: Diagüitas (agricultores) y Calchaquíes, en los valles del Noroeste; Tupíes y Guaraníes en el Chaco; Abipones, Puelches y Pampas (belicosos y cazadores) que, aunque nómadas, moraban en la región central de nuestro país; Araucanos o Mapuches (cazadores y pescadores, menos avanzados que sus connacionales chilenos)*; Yaganes y Onas en la Tierra del Fuego y Tehuelches (o Patagones) en la Patagonia.

   Los testimonios de los primitivos habitantes de nuestra región, están enterrados y son los arqueólogos quienes los estudian para que los podamos conocer.

   La temprana colonización humana de América, se produjo durante el último período glaciar. En esa época el clima era muy frío y grandes masas de hielo cubrían amplísimos territorios de América del Norte y sectores montañosos de los Andes. Cuando este fenómeno alcanzó su máxima intensidad, descendió el nivel de los océanos. Esto provocó que el Estrecho de Bering, hoy sumergido bajo el mar, quedara libre de agua y se formase una unión intercontinental de unos 2.000 kilómetros de ancho (Beringia) entre Siberia y Alaska.

   Esta fue la vía terrestre por donde muchas especies de animales y plantas migraron hacia ambos continentes. A su vez, los antiguos cazadores siberianos iniciaron la última gran expansión territorial de la humanidad al ingresar y poblar un nuevo continente. Se calcula que fue entre los 25.000 y 20.000 años atrás del presente.

 

   HISTORIA PAMPEANA:  

     Al hacer mención a procesos históricos ocurridos en la zona, como en otras lugares, se tiende a proyectar hacia atrás la percepción actual del espacio. Al referirse al pasado lejano de la provincia de Buenos Aires, la noción espacial se altera y los límites jurisdiccionales de los partidos dejan de tener sentido.  La larga historia del poblamiento de la región donde hoy está ubicada Mar del Plata, se inscribe dentro del proceso general de ocupación del territorio pampeano-patagónico.

   Si bien la imagen de Mar del Plata se asocia con el mar, aportes de serias investigaciones demostraron que por miles de años, las sierras de Tandilia fueron el eje de una intensa movilidad humana.  Este paisaje de sierras y cerros aislados, con valles interserranos y suaves lomadas, que finaliza en el litoral atlántico insinuando bahías y playas, formó una unidad que -lejos de constituir una barrera- orientó la circulación en la zona.

   Estos primeros americanos fueron poblando e instalándose en los diversos ambientes naturales de América, durante miles de años. Estos primeros colonos se fueron expandiendo desde el norte por toda Sudamérica, arribando a la región pampeana, hace aproximadamente  11.000 ó 10.000 años atrás. Las particularidades del paisaje y la riqueza natural de esta región (abrigos rocosos, agua, materia prima, caza, etc.), favorecieron la ocupación humana durante esos milenios.

   El modo de vida característico hacia entonces, estuvo basado principalmente en la caza de animales (ciervos, guanacos, etc.) y en la explotación de otros recursos complementarios de su dieta (recolección de vegetales y productos marinos) que obtenían durante los desplazamientos estacionales hacia las zonas adyacentes a estas sierras, llanuras y litoral atlántico. Esta forma de asociación socioeconómica, llamada cazador-recolector, estuvo presente durante la mayor parte de la historia prehispánica regional, sólo transformada profundamente por las nuevas condiciones históricas desencadenadas a partir de la conquista europea.

   Las pruebas de esto se hallan en varios yacimientos arquelógicos pampeanos, como el Arroyo Seco, Estancia La Moderna, Cueva Tixi, Cerro La China (1), Cueva Los Antiguos, Cerro El Sombrero, Cueva Burucuyá y Abrigo Los Pinos. En todos ellos, los investigadores han podido estudiar los restos materiales de las diversas actividades llevadas a cabo en esos antiguos parajes. Numerosos instrumentos de piedra y fragmentos de roca talladas, permiten hoy reconstruir los procesos de producción de herramientas y sus usos.  En tanto los fogones y huesos de animales indican la fecha, el clima y fauna de la época.

   El paraje llamado Cerro La China, comprende varios refugios rocosos que brindaron abrigo a sus antiguos ocupantes, como también la materia prima para producir ciertas herramientas de piedra. En estos sitios arqueológicos se hallaron instrumentos especializados para la caza, que se denominan puntas de proyectil del tipo "cola de pescado", llamadas así por su semejanza en el formato.  Estos descubrimientos son indicativos del grado de tecnología de la talla en piedra alcanzado hacia entonces, como también de la especialización en la caza, que exigió la fabricación de instrumentos de mucha precisión y eficiencia.

   Este asentamiento es relevante, por ubicarse temporalmente hacia los 10.750 años (antes del presente), edad obtenida en una muestra de carbón extraída de un antiguo fogón y sometida a examen por el método C14 (2).

   Uno de los primeros sitios arqueológicos más antiguos descubiertos en la región, se llamó Estancia La Moderna y fue estudiado por el arqueólogo Floreal Palanca, quien halló restos de gliptodonte junto a artefactos de piedra y los interpretó como evidencias claras de la presencia humana en épocas en que aún vivían estos animales. De este modo, Palanca propuso la antiguedad del poblamiento pampeano en coexistencia con animales hoy extinguidos.

   Las investigaciones posteriores del arqueólogo Gustavo Politis y su equipo, son importantes en la reconstrucción del poblamiento de la región.  Ellos encontraron en el sitio Arroyo Seco, entre numerosos restos óseos de diversos animales, los de un caballo americano, animal que se extinguiría poco tiempo después.  En el mismo sitio hallaron enterrados una gran cantidad de esqueletos humanos, junto a evidencias del ritual de la muerte (collares, adornos y pigmentos minerales).  Estas manifestaciones fueron una parte importante de las expresiones sociales y simbólicas de los cazadores-recolectores de hace casi 10.000 años.

   Estos antiguos sitios arqueológicos permiten estudiar el ambiente y las formas culturales de la vida humana, en las llanuras de la pampa húmeda.  Los últimos estudios, se han efectuado con el contenido de una forma de carbono  (Carbono 14).  Fueron hechos en restos de animales y vegetales.  Todos los organismos vivos ingieren carbono 14 proveniente de la atmósfera.  A partir de la muerte, comienza a funcionar un "almanaque molecular" porque el carbono 14 se desintegra y se convierte en nitrógeno.  Esta desintegración es constante y solo depende del tiempo transcurrido, por lo que el cálculo de las proporciones del carbono transformado, indica casi exactamente la fecha de la muerte de ese organismo.  El método tiene un margen de error, que se puede calcular y se indica en años, que se suman o se restan a la fecha obtenida. En muchos sitios cercanos a Mar del Plata, se ha fechado la madera utilizada en los fogones (carbón) que prendieron los indígenas.  De este modo se sabe la fecha  en que los indígenas estuvieron en el sitio.   Esta técnica de determinación de antigüedades se realiza en Argentina, contando con excelentes laboratorios de fechados radiocarbónicos, como el del Museo de Ciencias Naturales de La Plata y el de la Universidad de Buenos Aires.

 

   PAISAJE SERRANO Y AMBIENTE COSTERO:

   A pesar que hace miles de años atrás el clima era mas frío y árido y la posición de la costa, estaba muchos kilómetros más hacia el Este, la región siempre se caracterizó por articular el paisaje serrano y el ambiente costero.  Las Sierras de los Padres, La Peregrina, El Volcán, La Barrosa, por nombrar algunas, son parte de la cadena serrana del Sistema de Tandilia.  Bajo la forma de numerosas lomas (como las de Batán, Santa Cecilia, Stella Maris) esta cadena finaliza en el mar originando una línea de costa sinuosa con bahías, cabos rocosos y playas donde desembocan numerosos arroyos.  Este paisaje fue asiento de la vida indígena durante estos 10.000 años, es decir, de la mayor parte de la historia regional de Mar del Plata.

   El modo de vida cazador-recolector se estructuró a partir de una profunda relación con la naturaleza.  Vivieron durante miles de años organizados en pequeñas unidades domésticas emparentados.  A esta forma de organización humana se las llamó y aún perdura la denominación de bandas.  Fueron núcleos muy móviles, estimándose en un número de entre 30 ó 40 personas.  Estas tuvieron un patrón de vida donde la movilidad fue una estrategia fundamental para no sobreexplotar la naturaleza.  Se trasladaban de un lugar a otro.  Lamentablemente, existen pocas pruebas arqueológicas sobre como vivieron en las costas en la época del poblamiento temprano, debido a que estos antiguos sitios, se hallan hoy cubiertos por el mar.  Quedan pruebas indirectas de sus excursiones por el litoral, como la presencia de rocas (rodados marinos) y caracoles, recolectados en las playas y hallados en sitios de las sierras.  Sobre las barrancas y cercano a los arroyos de Chapadmalal, se encontraron diez sitios arqueológicos, indicativo del interés indígena por la costa (pesca, recolección de moluscos y caza de lobos marinos).  Seleccionaron conchillas para adornos y rocas de buena calidad, para la talla de instrumentos.  Después de un tiempo regresaban hacia las sierras (Cueva Tixi u otros reparos conocidos).  Estas cuevas les brindaban un buen resguardo y, en algunos casos, pintaron en sus paredes y techos.  Aprovecharon también, las rocas de la zona serrana, como cuarcitas, cuarzos y ópalos, para tallar herramientas.  

   Las cuevas y cavernas funcionaron como lugares fijos de permanencia temporaria.  Los de mejor ubicación fueron utilizados como campamentos de unidad doméstica (familiares) y en otros refugios ocasionales manufacturaban la piedra y desmenbraban sus presas (guanacos o ciervos) y obtener médula ósea, productos que luego transportaban al campamento familiar.

   A partir de las excavaciones en estos asentamientos naturales, es posible comprender el carácter de la organización de la movilidad en un amplio territorio, así como también las formas culturales y socio-económicas del poblamiento más antiguo de la región, que hizo del nomadismo una estrategia de vida.

 

   LOS MAS ANTIGUOS ASENTAMIENTOS:

    En los sitios arqueológicos serranos cercanos a Mar del Plata, como Cueva Tixi, Abrigo Los Pinos, Cueva Burucuyá y Cueva los Antiguos, se hallaron diversos testimonios de ocupaciones indígenas.  Todos ellos comparten un mismo rango temporal que permite ubicar, hasta el momento, el primer poblamiento humano de la región, que fue entre los 10.400 y los 9570 años antes del presente.

   El primer sitio acorde con esta antiguedad que se estudió, fue Cueva Tixi.  Allí se encontraron, junto a los fogones, restos óseos de un armadillo y de un zorro, hoy extinguidos (el Eutatus Seguini y el Canis Avus).  El primero era de grandes dimensiones y conservaba señales de la cocción, lo que indica que fue utilizado por los indígenas para alimentarse.  El segundo animal no presentó indicios de haber sido consumido. También cazaron guanaco, venado, ñandú, coypos, vizcachas y lagartos.  Junto a estos restos de animales, se halló numerosos instrumentos de filos cortantes, hechos de piedra de sierras y rocas marinas. Se halló también fragmentos de minerales colorantes (rojos y amarillos), que permiten pensar que con ellos decoraban sus cuevas.

   En el sitio arqueológico Cueva Tixi, ubicado en las sierras muy próximas a la ciudad de Mar del Plata, se detectaron varias ocupaciones indígenas.  Este yacimiento está formado por una cueva emplazada sobre una pendiente serrana resguardada de los vientos predominantes  y a escasos metros de una fuente de agua permanente, condiciones que hicieron de ese paradero un lugar óptimo para ser habitado (3).

   Las ocupaciones mas antiguas halladas en la cueva, contienen restos materiales de grupos de cazadores-recolectores, que muy problablemente ocuparon el refugio en épocas cercanas a la finalización del Pleistoceno.  Seguramente convivieron con especies de animales extinguidos (especies de gliptodontes y zorros) que aún habitaban en la región.  Los estudios geológicos indican la gran antigüedad de los depósitos que contienen y cubren a los materiales arqueológicos. Estos últimos son principalmente producto de las distintas etapas de fabricación de herramientas de piedra (artefactos, lascas y desechos de la talla).  También es importante la proporción de fragmentos de pigmentos minerales (rojos y amarillos) destinados, muy probablemente a la decoración. Los arqueólogos siguen investigando en esta cueva y hasta finalizar los trabajos de excavación, resulta difícil precisar ciertas características culturales. La ausencia de puntas de proyectil en estas ocupaciones tempranas, se puede deber a que sus ocupantes no las elaboraron o que no han sido descubiertas todavía.

   Se considera que el sitio conocido como Cueva Tixi,  fue durante las primeras ocupaciones, utilizado como un campamento temporario de breves estadías, durante las cuales se fabricaron productos de piedra muy simples destinados a las tareas de la caza y consumo de alimentos.  Su ubicación fue estratégica, al estar en directa relación con los lugares de acecho y caza de animales.  Las presas obtenidas en las proximidades del sitio, eran trasladadas y despostadas en él, para ser consumidas y procesadas las partes no destinadas a la alimentación (huesos, cuero, etc.).  La presencia de abundantes huesos con huellas de exposición al fuego, fracturas intencionales, piezas anatómicas específicas y fogones, indican el consumo de determinados animales autóctonos.

   En otros sitios de las sierras de Lobería, en el cerro La China y cerro El Sombrero, se obtuvieron fechados por carbono 14, cuyos resultados llevan la frontera del poblamiento inicial de la región pampeana a los 11.000 y 10.700 años, antes del presente.

   Los arqueólogos denominan Paleoindios a estas primeras sociedades, para indicar que fueron los colonizadores más antiguos de la pampa.  Estos grupos tallaron unas puntas de lanza, llamadas puntas cola de pescado, por la forma de la base que se inserta en el astil.  Estos instrumentos se hallaron en varios yacimientos sudamericanos y en las pampas orientales argentinas y solo se elaboraron dentro de un rango temporal entre los 11.000 y 9.000 años, antes del presente.

 

   SOCIEDADES POSTERIORES:

   Las sociedades indígenas pampeanas que vivieron durante el período, que los geólogos llaman Holoceno Medio (entre 7.000 y 3.000 años aproximadamente), se vieron favorecidas por mejoras climáticas, pues el período glacial había terminado.  Así, vieron ampliada la oferta de recursos para la subsistencia.  Los abundantes guanacos y venados, fueron los principales animales cazados para consumo y manufactura del cuero e instrumentos de hueso.  Algunos arqueólogos, en otras regiones del país, llaman Arcaico a este período.

   Los habitantes de esta región posteriores a los "paleoindios", introdujeron algunas transformaciones importantes en la producción tecnológica, es decir en la fabricación de artefactos de piedra, hueso y posiblemente de madera.  Esto se debió a partir de nuevas necesidades sociales y otras como las alimenticias.  Las boleadoras y las puntas de proyectil continuaron siendo elaboradas durante milenios, porque eran instrumentos eficientes para cazar animales.  Las innovaciones tecnológicas que se produjeron fueron para mejorar las técnicas de pulido o talla de la piedra y lograr así formas y dimensiones variadas en los instrumentos (puntas, raspadores, cuchillos, etc.). Estos cambios se detectan en varios sitios de la pampa, donde los cazadores-recolectores mas recientes, elaboraron puntas de proyectil de menor tamaño y nuevas formas: triangulares y sin pedúnculo.

 

   ÚLTIMAS SOCIEDADES:

   Durante los últimos 2.000 años, se produjeron otros cambios socio-económicos.  Los sitios arqueólogicos correspondientes a este período, son mas numerosos y la alfarería y el arte rupestre presentan diferenciaciones estilísticas.  Éstas hablan de distinciones entre una región y otra y tal vez, estuvieron ligadas a formas de identificaciones étnicas.  Se cuenta con información que permite caracterizar a las civilizaciones que vivieron en la región en tiempos cercanos al siglo XVI.  En tres sitios arqueológicos cercanos a Mar del Plata, se hallaron estas evidencias. Representaciones de figuras humanas y diseños geométricos, pintados en tonos de rojos y amarillos, son parte de los mensajes plasmados sobre paredones y techos de piedra.  Se cuenta con una medición por carbono 14, efectuada en el sitio Lobería I, cuyo resultado de 450 años antes del presente, indica cierta contemporaneidad entre este campamento indígena y la época en que Juan de Garay, recorrió esta región.

   Pero, para el conocimiento de estas comunidades, es necesario una remisión al partido de Lobería (4), donde un equipo de especialistas excavó varios abrigos rocosos denominándolos "Lobería I" (5).  Allí ubicaron, para esta región, los primeros indicios vinculados con la ideología de los pueblos cazadores-recolectores.  Estos son, manifestaciones simbólicas como las pinturas rupestres y otras evidencias relacionadas muy probablemente, con el ritual. Esas evidencias surgen a partir del descubrimiento de pinturas en una de las cuevas, probablemente también conectadas a 88 pequeñas puntas de proyectil, descubiertas en un sector muy reducido del abrigo.

     Este fenómeno se da en el mismo momento en que los nuevos ajustes tecnológicos ligados a la producción de puntas de proyectil (que reducirán, aún más, su tamaño) y a un mayor uso de instrumentos elaborados con huesos de animales.  En este sentido sobresale la manufactura de punzones, puntas y finas agujas óseas muy pulidas que pudieron ser instrumentos destinados mayoritariamente al trabajo con cueros.

   El conocimiento del modo de vida de estos antiguos pueblos fue enriquecido con otras evidencias de carácter doméstico, como el uso de cerámica, instrumentos de hueso, animales cazados, etc.  Se pudo realizar un fechado por medio de Carbono 14, que ubica a esa sociedad hacia fines del siglo XVI, es decir, en el umbral de las fuertes transformaciones indígenas generadas por la expansión europea.

   A todo esto, se suma el hallazgo de otro sitio arqueológico con pinturas rupestres a corta distancia de Mar del Plata, llamado Cueva Tixi (6).  En conjunto van conformando un complejo de evidencias que indican antiguas prácticas de identificación cultural.

   Un gran cambio tecnológico se detecta con la producción y utilización de alfarería.  En la pampa bonaerense se manufacturó cerámica desde hace, por lo menos, 1.000 años.  En nuestra región hay datos provenientes de "Cueva Tixi", donde se hallaron restos de alfarería de 700 años antes del presente.  El uso de vasijas de cerámica permitió ampliar la posibilidad de almacenar alimentos, así como también ampliar las maneras de preparación y cocción de los mismos.

   Los indígenas decoraban estas piezas de uso doméstico.  En la pampa los diseños fueron geométricos y se hacían mediante incisiones sobre la pasta fresca.  Después, cuando la vasija estaba seca, pintaban sus caras internas y externas con pintura roja.  La decoración de la alfarería y el arte rupestres (pintura sobre rocas), tienen una relación muy fuerte con el mundo de las ideas y de la comunicación simbólico-social de los grupos indígenas. Tal vez estos dibujos indicaban pasos, ojos de agua o lugares de reunión de varias "bandas".

   Nuevos descubrimientos acerca de las formas de vida de las poblaciones indigenas más contemporáneas, vuelven a provenir de Cueva Tixi.  En su interior (de 45 metros aproximadamente), los últimos ocupantes llevaron a cabo, actividades relacionadas con la fabricación de artefactos, cocción y consumo de alimentos.  Pero en este caso, es interesante el uso diferencial que hicieron del espacio.  Se pudo observar algunas modificaciones intencionales del suelo que ocuparon.  Estas modificaciones fueron hechas muy problablemente, con la intención de mejorar las condiciones de habitabilidad dentro de la cueva.  Como ejemplo, se halló un foso (utilizado como basurero), donde habían depositado una gran cantidad de restos de animales cazados (vértebras, costillas, quijadas, extremidades de ciervos y guanacos, etc.).  Cercana a este foso, se encontró una acumulación intencional de roca fragmentada, que permite pensar en instalaciones relacionadas con cerramientos parciales de la boca de la cueva. (7).

   Todos los estudios realizados, indican una ocupación intensiva del sitio y probablemente de mayor duración.  Cueva Tixi,  funcionó en ese entonces, como un campamento base durante la primavera, en conexión directa con los territorios de caza. La subsistencia de estos grupos estuvo basada en el consumo de ciervos, guanacos, vizcachas, armadillos y -como producto de la recolección- huevos de ñandú. Los ciervos y guanacos fueron la base alimenticia de estas sociedades, pues incorporaron un promedio de 68 kilogramos de carne por animal, constituyéndose en la fuente de proteínas más importante.

   Además de estas especies de mamíferos y aves, se encontraron evidencias de ranas y peces, probablemente atrapados en arroyos y lagunas cercanas al sitio.  La presencia de caracoles marinos, indica claramente la movilidad de estas comunidades hacia el sector costero, donde seguramente explotaron otros recursos del litoral marino.

   Los materiales arqueológicos han demostrado una utilización variada de materias primas para la fabricación de instrumentos de trabajo.  La existencia de cerámica decorada, instrumentos de hueso (punzones), pigmentos minerales (rojos y amarillos), cuentas sobre valvas de moluscos, artefactos de piedra tallada (raederas y puntas de proyectil), marcan la diversidad en los instrumentos elaborados.

   A partir del siglo XVI, estas sociedades se enfrentaron de manera compulsiva a vivir de otra manera, generándose un nuevo proceso histórico: había comenzado la conquista española, del continente sudamericano. Con la introducción del ganado caballar, vacuno y otros productos europeos, se iniciaron profundas transformaciones en la economía y organización social cazadora-recolectora.  Las llanuras pampeanas y, en especial, las sierras cercanas a Mar del Plata y Balcarce, se constituyeron durante unos siglos en un importante centro de abastecimiento y engorde de ganado caballar.

   A partir de la conquista y expansión europea, las étnias bonaerenses generaron una compleja red de relaciones económico-sociales, acorde con las nuevas condiciones históricas.  Estas comunidades, tecnológicamente simples, fueron las más resistentes a la dominación hispánica, manteniendo su autonomía política hasta fines del siglo XIX.

   La región de la hoy Mar del Plata y su zona, constituyó durante el período colonial un vértice del circuito mercantil, donde la obtención de ganado fue la base de la nueva estructura indígena, pues la información paleontológica recogida, ya indicó la ausencia de ciervos y guanacos para épocas cercanas a la expansión europea.  Se puede pensar en fenómenos de retracción y/o extinción de estas especies, que fueron hasta entonces la base de la alimentación de los grupos indígenas.  El descubrimiento de construcciones de piedra, llamadas por los lugareños "corrales de indios", en las serranías locales y en los alrededores de Tandil, ponen en evidencia un nuevo panorama y la conformación de un complejo social, que resultará típico en la etapa colonial (8).

   Nuestra sociedad indígena vivió aquí durante mas de 10.000 años llevando un estilo de vida práctico. Luego, con el avance del hombre blanco y su hostilidad hacia ellos, nuestros pampas serranos o puelches, se volvieron cazadores nómades y no guardaban asentamientos definitivos. Tampoco hacían cultivo de los campos. Sus viviendas típicas consistían en tiendas de pieles transportables. 

   Nuestros pampas serranos, tuvieron también apoyo e influencia de algunas costumbres de los indígenas que fueron los Mapuches o Araucanos.  La palabra Mapuche significa "Gente de la Tierra" y es el nombre con que se identifica a los pueblos indígenas del centro-sur de Chile y de la cordillera neuquina de Argentina. Los conquistadores y aún la Nación Argentina, los llamó Araucanos. 

   Históricamente se dedicaban a la recolección de productos vegetales y a la caza de guanaco, ciervos y otros animales menores. Con la lana de camélidos (llama, guanaco) tejían sus prendas (ponchos).  También practicaban actividades agrícolas limitadas a pequeñas huertas familiares, cultivando porotos, quínoa, calabazas, ají, maíz y papas.  Esta economía mixta de caza-recolección y de incipiente pastoreo-agricultura, les acarreaba un modo de vida muy móvil. Dentro del circuito de movilidad intercambiaban productos con otros grupos que vivían en otros ambientes, como en la cordillera oriental de Cuyo y norpatagonia.  Esto ya sucedía, incluso, antes de la conquista europea y tuvieron su punto culminante después de 1820, cuando algunos linajes Mapuches se establecen en las pampas argentinas, como es el caso del cacique Calfucurá.  Éstos y nuestros pampas se defendieron durante más de 300 años de la colonización chilena y argentina, respectivamente, pero ambos países recurrieron al poder del ejército para exterminarlos o arrinconar a los sobrevivientes en las Reservas, donde aún hoy sufren condiciones de marginalidad.

   Nuestros pampas serranos, al igual que los Tehuelches y Patagones, fueron robustos y de estatura superior a la mediana. El color de su piel aceitunada fue también característica de muchos indígenas del sur y norteamericanos.

   Para cazar y en sus frecuentes luchas, usaban lanzas muy agudas, Su empleo resultó mas efectivo con la incorporación del caballo. También es peculiar la pericia para manejar las boleadoras en la caza mayor. Incluso en la de avestruces. Como defensa solían usar una coraza hecha con tres dobleces de piel de guanaco y un casco de cuero de toro, para cubrirse la cabeza.  De la caza de baguales, se proveían de alimentos, vestido y vivienda. Aprovechaban la grasa y el cebo para alumbrarse y calentar la olla, cuando hervían la carne, aunque en general la preferían asada. Las pieles, se adobaban y formaban mantas cuadradas convertidas en vestidos. Sus viviendas transportables, eran altos toldos, usándose para el techo hasta 26 cueros de caballos con pelo hacia afuera para que corriera el agua en épocas de lluvia.

* En realidad, los Mapuches no son autóctonos de Argentina, sino eran chilenos y que fueron expulsados por el ejército chileno hacia el sur argentino.

 

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(l)-  Flegenheimer, Nora: "Excavaciones en el sitio 3 de la localidad Cerro La China (Prov. de Bs. As.), en Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología, Bs. As., 1986-87, Tomo XVII/I.

(2)- Flegenheimer, Nora: "Evidencias de ocupación Paleoindia en la Pampa Argentina", presentado en el Congreso Arqueológico Mundial, Southampton, Ed. Allen and Unwin, 1986.

(3)- Mazzanti, Diana; "Arquelogía del sitio Cueva Tixi: bases para la reconstrucción histórico-social del borde oriental del Sistema de Tandilia". M. d. Plata, 1990. Informe de beca presentado al CONICET. 

(4)- Se destaca la labor del Director del Museo de Historia y Ciencias Naturales de la ciudad de Lobería, Sr. Gesue Noseda, quien durante más de 37 años, contribuyó con la búsqueda y preservación de sitios arqueológicos y paleontológicos.

(5)- Ceresole G. y Slavski, L.: "Localidad arqueológica Lobería I". Comunicación al VII Congreso Nacional de Arquelogía Argentina, mimeo, Concordia. 1985.

(6)- Mazzanti, Diana y Arana, Marta: "Manifestaciones de arte rupestre en el Ptdo.de Gral.Pueyrredón". Actas de las Segundas Jornadas de Historia Regional Bonaerense, Tandil, UCPBA, 1984.

(7)- Mazzanti, Diana: "Arqueología del Sitio", oport. citado.

(8)- Mazzanti, Diana: "Aspectos económicos de la sociedad indígena bonaerense: un aporte a los estudios etnohistóricos del borde oriental de las serranías de Tandilia, siglo XVIII". Comunicación presentada a las I Jornadas Inter Escuelas - Departamentos de Historia. La Plata, 1988.

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