historia, ciudad, mar del plata, politica, deporte, escenarios, mar, plata, playa, maronese, armando

CAPITULO 7

REDUCCIONES JESUITAS


 

Compañía de Jesús Reducción del Pilar Reducción de los Desamparados Reducción Concepción de los Pampas
Protagonistas Agullo Andonaegui Arnal
Arroyo Balda Calelián Camaño y Bazán
Cangapol Cardiel Charlevoix Curia
Dobrizhoffer Falkner Garau García
Guevara Leonhardt Lozano Machoni
Miranda Nusdorffer Ortiz de Rozas Querini
Quiroga y Mendez Paucke Rejón Salcedo
Sánchez Labrador Strobel Vilert Fuentes


Dos procesos históricos de suma importancia, la ocupación europea y las transformaciones internas de las comunidades aborígenes, enmarcan lo acaecido en la zona sudeste de la provincia de Buenos Aires (la zona de Mar del Plata y su entorno), durante el siglo XVIII y las primeras décadas del siglo XIX.

   Desde los primeros intentos de la organización española en los amplios territorios de América, la zona del hoy territorio argentino, dependió administrativamente del Virreinato del Perú por casi 250 años (desde el año 1545 hasta el año 1776).  Las áreas más dinámicas del mismo eran Lima -la capital- y Potosí, el más grande centro minero americano.  Hacia comienzos del siglo XVII, esa actividad transformó a Potosí en una de las ciudades más pobladas del mundo, con 150.000 habitantes (cuando Madrid, la capital del Imperio Español, contaba solo con 105.000 pobladores). Este gran mercado, provocó una importante organización del transporte y aumento de la circulación de mercaderías de las distintas zonas, especializadas en un producto (cereales de Chile, tejidos de Tucumán, mulas de Córdoba, etc.) (1).

   Por ese entonces,  Buenos Aires era  "villa" por tener Cabildo y contaba con 7.000 habitantes hacia principios del siglo XVII, teniendo en cuenta que cerca de 1.000 personas eran miembros de la guarnición militar.  Se consideraba a Buenos Aires la encargada de cuidar el traslado de la producción minera.  Sin embargo, la movilidad económica que generaba el puerto, provocó el surgimiento de una elite polivalente, que la vinculó con el polo minero mediante el ejercicio de un activo comercio -legal, semilegal y, sobre todo, ilegal- al que no escaparon ni particulares, ni funcionarios, ni el clero, originando un dinamismo no planeado (2).

   Durante el siglo XVIII, Buenos Aires comenzó un proceso de crecimiento demográfico, que, si bien fue lento, se aceleró hacia fines de dicho siglo, convirtiéndola en una de las ciudades de América hispana con más aumento de población, unos 40.000 habitantes. 

   Buenos Aires, se transformó así en un mercado importante para la fértil campaña que la circundaba, generando cinturones de huertas mixtas (quintas), granjas cerealeras (chacras) y, ya un poco más alejados, una zona donde se alternaban la producción de cereales con la de la cría de vacunos, equinos, lanares y mulares, en chacras y estancias.  La mayor distancia del núcleo urbano, generaba una zona donde la ganadería reinaba  indiscutidamente (3).

   La característica distintiva de la campaña porteña, fue la abundancia de tierras agropecuariamente aptas, que hicieron que la carne vacuna y ovina, fuese barata con relación a otras áreas coloniales. Entonces se produjo un intenso proceso migratorio que hizo que se incrementase la población porteña, consolidando asentamientos que fueron circundando la ciudad.

   En el año 1744 se fijó un primer trazo de poblados: San Nicolás de los Arroyos con 510 habitantes y San Antonio de Areco con 341 personas.  Ya para el año 1781, la línea de frontera avanzó a través de una línea de fortines y mostró un rumbo concreto, hacia el norte y el oeste. Para ese entonces, San Nicolás contaba con 1800 habitantes y San Antonio de Areco con 1155 personas (4).

   Para la zona sur de la actual provincia de Buenos Aires, donde pastaban libremente miles de vacunos, solo estaba habitada por grandes hacendados latifundistas y el gaucho, donde además de la ganadería, revalorizaban el papel de la agricultura dentro de las actividades productivas de la zona.

   Esta diversidad productiva, que implicaba un abanico de actividades para la ejecución de cada una de ellas, era realizada en distintos tipos de explotación.  La gran estancia, con mano de obra esclava y asalariada, es sin duda el tipo más estudiado. Sin embargo, ésta debe considerarse teniendo en cuenta el medio socio - económico en que se encontraba inmersa.

   La ocupación efectiva de la zona, tenía como retaguardia el río Salado y su perfil se constituyó en una franja de frontera hasta el año 1820. Pero era un área permeable, con un intenso intercambio y movilidad que no excluía malones indígenas hacia Buenos Aires o expediciones españolas hacia las Salinas Grandes.

   Al sur del río Salado, se destacaban las sierras, arroyos, lagunas y la soledad de la pampa, pero no aparecían pobladores ni asentamientos.  Los indígenas que vivían al sur del río Salado, en las sierras del Tandil, Ventania y Volcán, eran en gran medida, criadores de ganado nómada. Se trataba de rodeos cuidados y controlados, cuya movilidad estaba determinada por los ritmos estacionales y las necesidades de pastos y agua. Las excepcionales condiciones del medio en que vivían, favorecieron la concentración de hombres y ganados y el establecimiento de una compleja red de intercambios comerciales, que fue la base de la prosperidad de esas comunidades indígenas. La riqueza ganadera de los indígenas, no solo mantenía a una población más o menos numerosa, sino que además alimentaba un activo comercio en un amplio circuito mercantil, ya sólidamente establecido en la segunda mitad del siglo XVIII.

   Mientras ocurría en la sociedad  indígena pampeana, las transformaciones que ocasionaba la incursión  española,  el estado colonial se proponía otros cambios en el orden político, ya que se iniciaba la expansión de su frontera sur sobre el territorio indígena.

   Para ello, utilizó los servicios y experiencias de los misioneros jesuitas, quienes ya habían fundado otras Reducciones con el fin de afianzar el control del imperio español sobre el territorio y la población indígena.

   La consolidación del sistema económico y el grado de prosperidad alcanzado, son elementos que explican los años de relativa paz -con una clara delimitación de los territorios a ambos lados del río Salado-, entre los años 1790 (cuando se establecen acuerdos estables de comercio entre los indígenas y las autoridades coloniales) y el año 1820 (época en que se iniciaron cambios estructurales para la zona rioplatense, que hizo retomar el avance de la frontera hacia el sur).

   En el seno de estos procesos y hacia mediados del siglo XVIII, la experiencia jesuítica intentó modificar las relaciones establecidas, avanzando más allá del río Salado, por la costa, hacia la zona que hoy abarca el partido de General Pueyrredón.

   Los sacerdotes de la Compañía de Jesús, se instalaron  al sur del Río Salado entre los años 1740 y 1753, con el fin de establecer una población permanente en la frontera del estado colonial.  Su intención fue la de sedentarizar e instruir a los indígenas en la doctrina cristiana.  Convencidos de la importancia de su tarea, establecieron varias reducciones en la región, pero además, esto servía al interés del estado colonial español para el avance de sus tropas, con la finalidad de ocupar los territorios indígenas. Por ello fue que se intentó la instalación de misiones  jesuíticas.  El plan de política defensiva ante la conflictividad indígena, motivó al Provincial de la Orden, Bernardo Nusdorffer a destinar, en el año 1739, a los padres Mathías Strobel, Tomás Falkner y José Cardiel -entre otros- con el fin de establecer misiones para domesticar a los indígenas.

   La primera reducción, fue la "Reducción de Nuestra Señora en el Misterio de su Concepción de los Pampas", fundada en año1740 en la margen sur del Río Salado, por los padres Manuel Quevedo y Matías Strobel.  La segunda fue la "Reducción de Nuestra Señora del Pilar de Puelches", fundada en el año 1746 cercana a la margen de la actual Laguna de los Padres, por los misioneros José Cardiel y Tomás Falkner.  Finalmente, la "Misión de los Desamparados de Tehuelches o de Patagones", fue fundada en el año1749 a cuatro leguas al sur de la anterior, por el padre Lorenzo Balda. Estas reducciones tuvieron como objetivo principal, controlar y reducir a las parcialidades indígenas, en un sitio estable y neutralizar con ello su nomadismo.

   Los nombres indígenas impuestos a las Reducciones (Puelches, Pampas, Tehuelches y Patagones) fueron tomados de las denominaciones con que los españoles y jesuitas identificaban a las parcialidades o grupos étnicos.  Estos nombres impuestos, tal vez no fueron similares a los que los mismos indígenas usaban para autoidentificarse.

   La Reducción del Pilar, estuvo ubicada en la región conocida en ese entonces como "El Vuulcan" y funcionó durante unos cinco años.  Fue autorizada a ser un pueblo y tener un cabildo integrado por caciques, aunque no se sabe si estas acciones fueron llevadas a la práctica.

   El padre Cardiel contaba con una larga experiencia en la convivencia con los indios guaraníes, abipones y mocovíes, en las reducciones del nordeste del Virreinato. Pero el nuevo desafío que significó el encuentro con los pampas y serranos, tropezó con serios obstáculos que tornaron imposible el establecimiento y control de esas parcialidades indígenas. Cardiel, en su diario expresó:

 

"Todos estos indios pampas, serranos del Vuulcán, serranos de las cabezadas del Sauce y Aucaes, vienen continuamente a Buenos Aires, no obstante la larga distancia de 300 leguas en que están algunos con la comunicación.  Saben mucho la lengua española y con ella han aprendido todas las malas costumbres de la gente de servicio, negros, mestizos, mulatos, con quienes más tratan, dejando de aprender las buenas, que ven en los hombres de bien, por lo cual se hacen inconvertibles"(5).

 

   Este párrafo pone de manifiesto, el tipo de vinculación que existió entre los pobladores de la frontera y los grupos indígenas.  No siempre hubo conflicto o guerra, sino que existieron largos momentos con relaciones de intercambio de productos, generando un comercio informal protagonizado por vendedores trashumantes y pulperos.  Estas formas crearon una dificultad real en la labor misional de los jesuitas, en particular sobre el control y conversión de dichos aborígenes.

   A su arribo a las sierras del Volcán (Vuulcán), Cardiel continúa el relato:

 

"...hallé en ellas como 300 indios de los que en Buenos Aires llaman serranos. Declaré el fin de mi venida.  Lleváronla a bien y vinieron todos al paraje que yo señalé".  "...Comencé a averiguar todo lo que había tierra adentro y después de preguntados muchos y en diversas ocasiones y cotejándolo en que concordaban, pude sacar lo siguiente: 1) que los que allí llaman Serranos, tenían sus tierras casi 200 leguas en estas sierras de los principios del Río del Sauce, cerca de la Cordillera de Chile en donde habitan con los más su principal cacique, que los españoles llaman el cacique Bravo.  2) que los que moraban en estas tierras y algunos otros pocos más allí en los de Casahuati (Ventana) eran parte de esta Nación. 3) que todos estos serranos juntos no pasan de 200 de tomar armas.  4) que los demás de Chile con los Aucaes, llamados Pehuenches y Puelches, que viven en la misma cordillera y en sus cercanías, empezando desde el cacique Bravo y buena parte de ellos son sus aliados y son mucho más en número que los serranos (6).

 

   Se observa a través de esta extensa descripción, como trataba el padre Cardiel de identificar a los distintos grupos indígenas que habitaban la región, hasta aquellos de las proximidades de la Cordillera.  Obteniendo la información de los que se acercaban a la Reducción del Pilar, aceptando -en mayor o menor medida- las condiciones que establecían los misioneros para familiarizarse en la convivencia de un sitio estable y la obtención de alimentos, de la agricultura y el engorde del ganado.  Se percibe además, el temor bélico del jesuita y el padre Falkner, también menciona algunas características:

 

"...esta región, en ciertas estaciones del año, hormiguea con innumerables manadas de caballadas alzadas, razón por la cual los tehuelhets, chechehets y a veces todas las tribus de los puelches y moluches, se reúnen allí para hacerse de provisiones.  Se extienden con sus tolditos portátiles por todos aquellos cerrillos ya citados, hacen sus correrías diarias hasta llenar sus necesidades, volviéndose enseguida a sus respectivas tierras". (7)

 

   Las preocupaciones cartográficas del padre Cardiel, han dejado algún testimonio sobre la noción espacial de la época y ciertos rasgos de la región.  Sobre la localización de las sierras del Volcán, relata en su diario:

 

"Están estas sierras 70 leguas de Buenos Aires, con corta diferencia al Sudeste de esta ciudad.  Tiene costa de 20 leguas en latitud de Sudeste a Noroeste y 6 a 7 leguas de ancho". (5)

 

   En el relato de la expedición que realizó en el año 1748 al valle del Río Colorado, se encuentra su descripción de la costa atlántica con una sobria visión: 

 

"En su mayor altura hace la playa un cabo puntiagudo con un banco de arena que se interna en el mar como 100 pasos y como 500 más adentro revientan las olas, debe haver hallí algunas peñas (5). "....Comencé pues el camino por la playa: desde donde entra el arroyo San Ignacio, comienza una ensenada con playa limpia por 3/4 de legua cortos (actual puerto de Mar del Plata); luego se siguen unos grandes peñascos por espacio de 300 pasos, llenos de manada de lobo, metidos hasta el mar que no dan paso por la playa (actual Playa Grande); luego entre los peñascos una ensenada de solo 150 pasos con vajada, aunque mui pendiente entre los peñascos, pero se puede bajar a caballo (actual Playa Chica). Luego se siguen otros mui grandes peñascos que por espacio de 400 pasos no dan paso por la playa y en éstos hay más abundancia de Lobos en manadas de centenares (actual Cabo Corrientes), pasados los peñascos hay la tercera ensenada como de 500 pasos de ancha (actual Playa Varesse) y de la punta de ésta empieza otra que hace un perfecto semicírculo o media luna, y tiene de punta a punta cosa de una milla; ésta es la mejor (actual Playa Popular), ....se sigue luego un pequeño cerro (actual Loma de Santa Cecilia).  Todas estas ensenadas se comprehenden en cosa de legua y media caminando por la costa y están a NS, casi perfectamente; la tierra está aquí mui alta.  Desde dicho cerrillo comienza una orilla o barranca de tierra dura, alta como 16 varas y derecha como una muralla que prosigue por 4 o más leguas sin bajada a la playa (actual acantilados de La Perla).  Por ellas entran al mar a una legua del cerrito, un arroyo con salto llamado "San Pedro" (actual arroyo Camet o La Tapera).

 

   El mismo misionero registró en su diario algunas consideraciones económicas sobre la utilización de recursos naturales y las actividades potenciales que podrían desarrollarse:

 

"...y como un misionero para poder formar pueblo, necesita ver y registrar cuando número de gentes hay en todo el contorno, pues solo el dicho de los indios no se puede formar concepto, que bosques, que montes y selvas para leña y fábricas, que tierra, pastos y rinconadas para sementeras, ganado mayor y menor, que ríos, que aguas...". (5)

 

   En su descripción del trayecto entre la Reducción de la Concepción y el pueblo del Pilar, afirma:

 

"...que las campañas están pobladas de infinidad de yeguas silvestres o cimarrones o baguales como acá dicen".  Que "...hay en ellas abundancia de venados, cerdos, avestruces, quirquinchos y perdices".

 

   Sobre la región del Volcán, coinciden ambos jesuitas en destacar la calidad de la pastura y la bondad del suelo para su cultivo (5) y (6) y que en la zona costera es posible encontrar buenos lugares para el engorde de ganado.  En la zona del puerto sobre el actual arroyo del Barco -canalizado- se encontraba la "Estancia del ganado del pueblo del Volcán", que era un establecimiento rural dependiente de la Reducción del Pilar, que se supone cumplía la función de engorde de la hacienda jesuítica.

   Los dos jesuitas vuelven a compartir la apreciación respecto de la utilización económica que hacían los indígenas, de las manadas de lobos marinos en el hoy Cabo Corrientes, aludiendo:

 

a que "...por haver aquí siempre más abundancia de Lobos que en ningún otro paraje, ban a él los indios á matarlos para de sus cueros hacer alforjas, que trahen a bender a Buenos Aires". (5)

 

   La "Reducción de los Desamparados" tuvo una vida muy corta, de pocos meses.  Posiblemente estuvo destinada al control de un grupo étnico particular, que los jesuitas identificaron como Tehuelches.

   Esta experiencia jesuítica fracasó por varios motivos.  A la política virreinal que propició la expulsión de los jesuitas de América, se sumó el poder del cacique Cangapol  (apodado por los españoles "El Bravo"), que en agosto de 1751, destruyó las Reducciones de Los Desamparados y del Pilar. Además, el aguardiente influyó en los indígenas establecidos en las reducciones.  Durante el siglo XVIII, las etnias que habitaban la frontera sur de la ciudad de Buenos Aires, gestaron importantes procesos de transformación en sus estructuras socio-culturales.  El aguardiente fue un producto de intercambio que utilizaron miembros de la sociedad colonial para acercarse a las etnias locales.  Los nativos ya conocían las bebidas alcohólicas y usaban diversos frutos para su elaboración partiendo de especies locales como los piñones y la algarroba y de otras formas de origen europeo, como la manzana.

   Hubo por lo menos, cuatro maneras diferentes de acceder al aguardiente.  Una fue a través de los pulperos que comerciaban en las tolderías cercanas a la Reducción del Pilar.  Otras a través de las expediciones oficiales destinadas a la obtención de sal y que, en su paso por la región, intercambiaban la bebida alcohólica por productos indígenas, como las artesanías de cuero, los pigmentos minerales, las plumas de ñandú y la sal misma.

   Por su parte, algunos indígenas aislados accedían al aguardiente cuando llegaban hasta los pueblos, estancias o pulperías para obtener algunos bienes y poder intercambiarlos en sus propias tolderías, o cuando realizaban arribos periódicos o estacionales a Buenos Aires, donde se abastecían de productos europeos.

   El aguardiente tuvo distintos usos; el consumo ritual, festivo y medicinal.  Con el tiempo estas aplicaciones perdieron su significado original y el consumo se convirtió en abuso indiscriminado.  Poco a poco el aguardiente fue una fuente de recursos económicos para varios sectores de la colonia, desde pulperos independientes hasta representantes de las fuerzas de la supuesta "civilización".

   Uno de estos núcleos principales de intercambio en esta región, era conocido como "Vuulcán" (actualmente se conoce como la "Puerta del Abra", entre Mar del Plata y Balcarce).

   Por lo tanto, diversas fueron  las causas para el fracaso y el exterminio de las reducciones. Pulperos, comerciantes, alcohol, esclavitud, ansias de libertad y  expediciones militares.  Los misioneros fracasaron en el intento de impulsar un asentamiento estable o pueblo en esta región y de someter pacíficamente a los indígenas.  A esta política de captación le siguieron varias expediciones militares, en busca de las salinas del sur de la actual provincia de Buenos Aires. Estas pudieron realizarse sin violencia cuando los acuerdos se respetaban y, otras veces, se convertían en verdaderas campañas militares contra los indígenas, con la consabida masacre de éstos.

  Luego de fracasada la tentativa de establecer reducciones jesuíticas, por los reiterados ataques indígenas, a fines del siglo XVIII el gobierno colonial ordenó una nueva expedición.  Este viaje de reconocimiento, realizado en el año 1772, estuvo al mando del Piloto Pedro Pablo Pavón y tuvo como objetivo estudiar el terreno para una futura fundación de ciudades.

   En su carta de expedición, escribió Pavón:

 

"Día 1 de diciembre.  Con motivo de adelantar la Comisión, determinamos (como siempre así lo hicimos), dividirnos, dos a hacer el reconocimiento de las Sierras del Vuulcán, y uno al de la costa de mar y reducción que fue de los Jesuitas".

" Día 2 de diciembre.  A las 4 de la tarde llegó el piloto de la costa del mar, y habiendo examinado los tres uno y otro terreno, convenimos para el caso de quererse poblar, ser el mejor sitio donde tenían la reducción los Jesuitas, el que se halla al E.S.E. de la Sierra del Vuulcán, a 7 leguas de distancia logra las ventajas de buen campo para siembras y estancias, con buenas y abundantes aguas; igualmente un monte de duraznos y por sus inmediaciones algunos retazos de montes de sauco y chisca, pero todo este terreno es tan indefenso como el anterior.  De esta reducción a la costa del mar hay 3 leguas, y en sus orillas han visto abundancia de lobos marinos". (8)

 

   Finalmente, hacia el año 1786 se realizó -por pedido del Cabildo de Buenos Aires- un estudio acerca de la conveniencia de crear un puerto en la zona del Volcán, dada la distancia que separaba a Buenos Aires del Virreinato, con el puerto de San José, en la Patagonia.  Elaborado por Custodio Sá y Farías, el informe proponía:

 

"...Por esta misma razón, sobre lo que llevo expuesto, me parece importante la conservación del establecimiento del Río Negro, que da la mano al de San José y queda más próximo a esta capital; aí fuera posible formar a lo menos otro, en la punta del este de la Sierra del Vuulcán, que podría ser el sitio donde los Jesuitas habían dado principio a una reducción de indios pampas, llamada Nuestra Señora del Pilar, que se abandonó...". (9)

 

   Estos fueron los primeros intentos por crear un pequeño pueblo portuario, un asentamiento permanente en el espacio en que muchos años más tarde, se levantaría la ciudad de Mar del Plata. (Años 1772 y 1786).

   La experiencia misionera jesuítica en las sierras de la Puerta del Abra (Vuulcan) y de los Padres, fue el primer intento por establecer una población colonial permanente al sur del río Salado.  Para esta corta experiencia (años 1740-1753), el estado colonial utilizó los servicios de los padres de la Compañía de Jesús (jesuitas), que, por 150 años, habían dominado la situación con los indígenas en áreas de frontera.

   En el desarrollo del proceso de ocupación, el factor esencial fue aquel al cual se lo denomina erróneamente "indio", pues su verdadero nombre es "indígena".  Las realidades etnográficas encontradas por el colono, determinaron la rentabilidad o el fracaso de cada experiencia de colonización.  Las respuestas a la pregunta "que es un indígena o que fue para el colonizador", resultan inconsistentes y parciales. Es que "indio" como concepto, como categoría, nace de la compleja situación colonial y denota esencialmente su condición de colonizado.

   El referente europeo con que el colono equiparó al "indio" americano, fue al campesino pobre.  Ese campesino que vivía "con las bestias", fuera de las murallas de la ciudad, también era -como todas las masas de campesinos pobres- una parte necesaria del plan de "Dios" para la humanidad.  Pero como el ser pobre no era ser innatamente inferior en especie, las argumentaciones colocaban al aborigen en un estado de desarrollo incompleto, en una "niñez" que sólo el servicio a un amo, el reconocimiento de Dios y la reducción a la vida, podían hacer madurar.  Como si fueran huérfanos, el rey de España era responsable por designio "divino" de completar la formación de esos aborígenes.  Los colonos, los clérigos y el aparato burocrático militar, fueron  las herramientas.

   El carácter rentista de la colonización española y que suscitó la elaboración de este cuerpo ideológico, se canalizó por medio del tributo.  El tributo era el impuesto que el "indio" pagaba al rey mediante intermediarios, sólo por ser "indio" y más aún -en cierta medida- para dejar de serlo (10).

   Resta saber, como se gestó el proyecto jesuítico para la zona al sur del río Salado. El eje económico que articuló el espacio Potosí - Buenos Aires, se impuso tempranamente para no abandonar su importancia, hasta que la guerra de la independencia y una nueva coyuntura económica internacional lo cortaron. No obstante, para fines del siglo XVII, en Buenos Aires  se comenzó a dejar de dar la espalda al sur.  El recrudecimiento de la crisis minera y de la guerra al sur de Santiago de Chile, forzaron este giro.

   La primera noticia acerca que las parcialidades indígenas que habitaban la pampa se habían acercado peligrosamente a la ciudad, se halla en un "Acuerdo de Cabildo" del año 1659 (11).  En ese año se denunció su presencia en el río Saladillo (actual Salado) y se les ordenó se retiren a sus tierras.  Durante el gobierno de Agustín de Robles, en el año 1668, el indio Pampa Veylleichí "descubrió" las Salinas Grandes.  La importancia de este hecho en la vida cotidiana del puerto, hizo que se organizasen  desde Buenos Aires, incursiones con cierta periodicidad en busca del preciado producto.  La violencia se fue incrementando con el correr del tiempo y la Corona de España tomó parte.  Una Real Cédula del año 1675, encargó la "reducción y enseñanza de los indios Pampas y Serranos", tarea dificultosa, dadas las características étnico - cultural de los aborígenes (12).

   El problema se acrecentó peligrosamente.  Hacia fines del siglo XVII, un pormenorizado análisis de Cristóbal Messía, presidente de las Audiencias de Charcas, definió el problema. Tres jurisdicciones: Chile - Cuyo, Tucumán y Buenos Aires, veían afectadas simultáneamente por estas parcialidades, con la imposibilidad de una acción militar conjunta y coordinada.  Realizó una rápida pero exhaustiva descripción de los métodos que habían sido aconsejados y practicados para contrarrestar el problema y desechado por ineficaz - el método de las armas- y propuso:

 

"...El medio más suave y eficaz y que puede ser de alguna esperanza para su conversión, aumento y conservación, según las noticias que he adquirido, es procurarlos juntar y reducir formando un pueblo.... y allí se disponga el modo que ha de haber para su sustento trayéndoles vacas y haciéndoles algunas sementeras, poniendo particular cuidado en esto, porque la falta de mantenimientos no les sirva de excusa para retirarse..., se conseguirá su reducción ayudando a obra "tan del servicio de Dios y de V.M., los padres de la Compañía de Jesús...".(13)

 

   El Río de la Plata integró la provincia jesuítica del Paraguay y en el año 1608, se instalaron en Buenos Aires, según informa la "Carta Annua" del año 1610, el provincial Diego de Torres (14). No se ha podido obtener información sobre tan temprana incursión de los jesuitas.

   Hacia el año 1739 creció la violencia en la frontera sur, debido al liderazgo alcanzado por el cacique Caleilán.  Se llegó a un convenio de paz con algunas parcialidades distribuidas en las "Haciendas Españolas", que estaban situadas en los pagos de la ciudad de Buenos Aires (15).  En él se incluyó la instalación de reducciones con misioneros al sur del río Salado, reconociendo límite natural entre ambos mundos.

   Del convenio entre el gobierno de Buenos Aires y los caciques aborígenes, surgió en el año 1740, en la margen sur del río Salado, la reducción de Nuestra Señora en el Misterio de su Concepción de los Pampas, bajo la tutela de los padres Manuel Querini y Matías Strobel (16).  Tras seis años, se hizo otro intento 70 leguas al sur. Al nordeste de la actual Laguna de los Padres, el misionero español José Cardiel y el inglés de ascendencia irlandesa Tomás Falkner, fundaron la misión de Nuestra Señora del Pilar de Puelches, en el año 1746 (17). La cercanía del Vuulcán o Volcán (voz aborigen que significa abertura entre las montañas y que hoy se denomina Puerta del Abra y se encuentra en la ruta a Balcarce), ubicaba a esta segunda misión en un lugar estratégico en la intensa circulación de productos que se generaba desde el sur de Chile y se extendía hasta Buenos Aires.

   Una cita atribuida al padre Cardiel, muestra un pico demográfico de "5.000 almas", cifra que parece algo dilatada para la zona, pero que nada extrañaría a un jesuita del Paraguay avezado en vivir con los indígenas. Una versión más ajustada, habla de unos 35 toldos que, calculando unos 15 habitantes por toldo da una cifra de aproximadamente 480 personas en la reducción, en mayo del año 1749 (18).

   Buscando probablemente una alianza política con los misioneros, arribaron a la reducción del Pilar, en el año 1749, tres caciques tehuelches, con cerca de 80 toldos (unas 1.200 personas).  Se solicitó y se aprobó ubicar a éstos en una misión particular a 4 leguas de allí. La cercanía se debió, entre otras cosas, al bajo número de misioneros con que se contaba, ya que sólo uno -el padre Lorenzo Balda-  acudió de momento a esta tercera misión: Nuestra Señora de los Desamparados de Tehuelches o Patagones, que se fundó en el año 1749, aunque un incidente auspiciado probablemente por los sensibilizados ánimos de los colonos porteños que veían a los jesuitas, como un obstáculo para su expansión comercial en la frontera y de aquellos otros que veían en las misiones una suerte de "aguantadero", donde el creciente pillaje hacía pie, puso en peligro la autorización del proyecto (19).

   Las misiones, pobladas como era lo común en la orden jesuita, por un reducido número de sacerdotes -de indudable valor, dados los antecedentes de hermanos muertos- se reducían a unos ranchos de tapia con techo de paja, la capilla, una estancia de ganado y una pequeña chacra.  No dejaron de utilizar la piedra, muy abundante donde estaban (la zona del Volcán) (20).

   La conversión de los aborígenes, se apoyó en dos sistemas que se usaron alternativamente o en forma conjunta, de acuerdo con las circunstancias.  Uno de ellos, que se puede llamar "convencimiento", se extendía desde el reparto de regalos, hasta el ceremonial religioso, aparatosamente exhibido y que tuvo en la palabra, uno de sus elementos claves.  El segundo sistema, se basaba en la fuerza, lisa y llana.

   A pesar de la experiencia y de los métodos, el 24 de febrero de 1751, la Misión de los Desamparados es arrasada por segunda vez por parte del cacique Cangapol (El Bravo) y unos meses más tarde, las amenazas de éste obligan a abandonar la Reducción del Pilar.  Los misioneros trataron de fortalecer la Reducción de la Concepción, pero otro cacique, Yahati, la destruye y en enero de 1753 es abandonada.

   La pregunta es porque fracasaron los jesuitas.  Ya a principios del siglo XVIII, el poder político global de la Orden, había menguado bastante.  Durante los reinados de Felipe V y Fernando VI, se inició una disputa por reducir el poder de la Iglesia en España.  Este proceso lento, pero firme, finalizó con la expulsión de la Orden de Loyola, en el año 1767 (Carlos III) y con el control estatal de la Inquisición.

   Mediante el Tratado de Madrid del año 1750, España y Portugal acuerdan un esquema de límites que obligó a movilizar a siete pueblos, con cerca de 30.000 indígenas.  Las protestas de los jesuitas -previas y posteriores al acuerdo- no alcanzaron para disuadir a las coronas ibéricas y el corolario de este entredicho, fueron las famosas guerras guaraníes de los años 1754 y 1756.  El resultado de todo este proceso restó a la Orden jesuita, gran parte del apoyo político y militar que reclamaron para las misiones del sur.

   En segundo lugar, la inserción económica de las misiones australes en la circulación de mercaderías, no llegó aparentemente jamás a amortizar los altos costos de instalación.  La mano de obra utilizada en ellas era exclusivamente de jornaleros, es decir paga, y los regalos con los que retenían a sus potenciales reducidos, eran traídos desde Buenos Aires.  Los productos de la tierra obtenidos por intercambio de ganado equino, con aucas y tehuelches, eran los muy apreciados ponchos pampas, botas de potro, plumeros confeccionados con plumas de ñandú, mantas y toda una gama de arneses y recados para montar.  La competencia en el comercio de estas mercancías, que circulaban libremente hacia el mundo español por medio de buhoneros y pulperos que los intercambiaban por alfanjes y aguardiente, fue uno de los inconvenientes vitales, que minaron el proyecto de las misiones australes.

   La disminución de poder político, tuvo su correlato en el aumento del de sus adversarios comerciales. El volumen del tráfico quizá nunca se sepa a ciencia cierta, pero el dinamismo que se percibe en las "fuentes" es intenso y los misioneros no lograron doblegarlo para sí, a pesar que -a juzgar por su correspondencia- este objetivo ocupó un lugar central en sus preocupaciones.

   En tercer lugar, el sustrato indígena -a diferencia del Paraguay- no encontró otro beneficio en la sumisión a los misioneros que -al margen de los regalos- la instrucción en el idioma español, la lengua con la cual "podían fácilmente comerciar con los pulperos españoles, sin necesidad de intérprete".  De poco sirvió aquí la situación de excepción de los pueblos jesuíticos (bajo monto del tributo, edad de los indígenas tributarios, exención de todo el servicio personal, no pago de ningún impuesto de circulación, condición especial en el pago de los diezmos, etc.)

   Pero el factor fundamental -y que los jesuitas como excepcionales etnólogos, advirtieron pero no pudieron controlar- fue la profunda transformación que se estaba produciendo en el seno de las comunidades aborígenes: el intento hegemónico que realizó Cangapol, el Bravo.  Una territorialidad que Falkner pudo "medir" y una influencia política (militar y étnica) sobre otras formaciones, no dejaron lugar para la disputa a poder alguno, ni siquiera menos, a los misioneros jesuitas.  

   Evidentemente, este conjunto de procesos convergentes, contribuyeron al fracaso de la experiencia reduccional en estas tierras, en las postrimerías de esta etapa de la Compañía de Jesús en la América Colonial.

***

  PROTAGONISTAS EN LAS REDUCCIONES:

 

   AGULLO, Cosme  (1710-1772)        

   Jesuita valenciano, estuvo misionando en la Concepción de los Pampas reemplazando al Padre Vilert. Luego fue enviado a fundar la Residencia de Montevideo; más tarde regiría el Colegio de la Inmaculada, en Santa Fe, hasta la expulsión en 1767.

 

    ANDONAEGUI, José de  (1685-1761)          

   Por orden del rey Felipe V, en 1745, se le confirió el título de Gobernador y Capitán General de las Provincias del Río de la Plata, cargo que desempeñó durante más de trece años. Durante su gobierno dispuso una expedición científica a la costa patagónica, encomendada a los padres jesuitas Quiroga y Cardiel. Protegió las reducciones bonaerenses; también le correspondió ordenar el levantamiento de las mismas.

 

    ARNAL, Manuel  (1710-1787)

    Jesuita aragonés, llegó al Río de la Plata, con el grupo del padre Machoni en 1734. Estuvo misionando en las reducciones guaraníes; más tarde ocupa durante más de quince años el cargo de Procurador de las misiones. Estaba por ser enviado a las nuevas misiones patagónicas cuando sobrevino la expulsión.

 

    ARROYO, Pedro  (1689-1753)

    Al decir del padre Furlong, fue " uno de los jesuitas más ilustres por su ciencia y su virtud, con que contó la Compañía de Jesús, en el Río de la Plata ". Llegó a ser rector del Colegio, en Buenos Aires.  Es notable su intercambio de cartas con el gobernador Salcedo, con motivo de los cultos nocturnos.  Representó a la provincia del Paraguay ante la Corte, como Procurador.

 

    BALDA, Lorenzo  (1704-1768)

    Llegó al Río de la Plata, en 1729.  Estudió en la Universidad de Córdoba; hasta 1749 estuvo en la reducción de Santa María la Mayor, provincia de Misiones. En dicho año es destinado a la nueva fundación de la Concepción de los Pampas, donde permaneció hasta la destrucción de la misma.  Exiliado, fallece en alta mar, rumbo a Europa.

 

    BAUCKE, Florián

   Véase:  PAUCKE, Florián 

 

   CALELIÁN, Manuel  (?-1750).

   Cacique de los indios pampas. Su tribu tenía por costumbre residir, más o menos permanentemente en las cercanías del río Negro. Enemigos acérrimos de los españoles, cometieron numerosos asaltos o malones. El padre Paucke, cuenta en su obra, que tuvo oportunidad de conocer a Calelián. Puesto preso y enviado a España, según relato del padre Sánchez Labrador, muere por propia mano en alta mar.

 

   CAMAÑO Y BAZÁN, Joaquín  (1737-1820)

   Nacido en la provincia de La Rioja, ingresa en la Compañía de Jesús, estudiando en Córdoba. Tenía un don natural para las lenguas puesto que dominaba la española, latín, francés, griego, italiano y las americanas quichua, chiquita y guaraní. Estando en el destierro se dedicó a la historia y geografía de América del Sur, especialmente a la de los  campos donde habían trabajado los jesuitas. Entre estas obras se destaca, por mérito propio, el mapa dedicado a la provincia jesuítica del Paraguay.  Se desconoce, lamentablemente, el destino que tuvo otra obra suya de carácter enciclopédico titulada " Diccionario Geográfico Histórico de las Indias", obra en la que trabajó más de 20 años y en la que compuso mas de treinta mil artículos.

 

   CANGAPOL

   Cacique pampa, llamado también por los españoles Cacique Bravo, era uno de los cuatro jefes que tenía esta parcialidad indígena. Cangapol procuraba vivir en paz con los españoles, pero apresaron y mataron a algunos de sus parientes, por lo cual se levantó en armas con más de 1.000 de los suyos, invadiendo el pago de Magdalena, realizando allí un verdadero desastre en la localidad y alrededores. El padre Falkner llegó a tratarlo, dejando en su obra un notable retrato del cacique. Cangapol tenía asimismo, el propósito de destruir la reducción de la Concepción, lo cual no pudo llevar a cabo por la oposición militar del gobierno de Buenos Aires. Sí, logró arrasar a la Reducción de Nuestra Señora del Pilar, según refiere el padre Strobel en una nota al padre Garau, en la Concepción de los Pampas.

 

   CARDIEL, José  (1704-1782)

   Nació en España, ingresa a la Compañía de Jesús a los dieciséis años de edad. Llegó a Buenos Aires en 1729, pasando en esa fecha a las misiones guaraníes. Los asentamientos jesuíticos de los mocobíes lo reciben en 1743. Dos años más tarde, juntamente con el padre Quiroga, realiza un viaje recorriendo la costa patagónica hasta las proximidades de San Julián. En 1746, con el padre Tomás Falkner y otros, funda la Reducción de Nuestra Señora del Pilar. En 1750 retorna al Paraguay, donde desarrolló una acción apostólica infatigable. Fue capellán de los guaraníes que, junto a los españoles comandados por Pedro de Cevallos, habían invadido la provincia portuguesa de Río Grande. Acérrimo enemigo de Bucarreli, es expulsado, con otros hermanos en religión, hacia Europa en 1767.  Dejó varios escritos y una notable cartografía dedicada a sus viajes, exploraciones y a la provincia del Paraguay. Falleció en Faenza, Italia.

 

   CHARLEVOIX, Pedro Francisco Javier de  (1682-1761)

   Uno de los más distinguidos escritores de la Compañía de Jesús, teniendo como especialidad el narrar la historia misionera de la Orden en el Nuevo Mundo. Es quien clasifica a los indios pampas, manifestando que, según la tribu que provenían, puelches o tehuelches, se les designaba respectivamente con los nombres de Pampas Matanceros a los de la primera y a los otros Pampas Magdalenistas dado que, tiempos de sequía y hambre, se esparcieron en forma simultánea, unos al pago de la Matanza y otros al de Magdalena. Gran misionero, recorrió el territorio actual del Canadá y de los Estados Unidos, terminando su labor misional en 1722, en América.

 

   CURIA, Agustín de  (?-1750).

   Comerciante y benefactor de las misiones bonaerenses, falleció en Santiago de Chile. Su albacea, conociendo las inquietudes del padre Strobel para lograr medios, a fin de construir una nueva fundación para los Tehuelches, Thuelchus o Thoelchus, le entrega tres mil pesos, poniendo como única condición, que la nueva Reducción se pusiera bajo la advocación de Nuestra Señora de los Desamparados. En la obra de Sánchez Labrador, se mencionan extensamente los trabajos del padre Strobel, para lograr llevar a cabo tal fundación.

 

   DOBRIZHOFFER, Martín  (1718-1791)

   Este jesuita de nacionalidad austriaca, misionó en Santa María la Mayor y en otras localidades guaraníes. En 1762 fundó una reducción que estaba ubicada entre los ríos Pilcomayo y Bermejo, en un sito llamado Timbó, de indios Abipones. Tres años más tarde, es atacada por un grupo de más de seiscientos Tobas, que prácticamente destruyeron la misión. Al tiempo fue trasladado a la misión de San Joaquín. En 1768, zarpa en la fragata Esmeralda, extraditado, con rumbo a Europa. Ya en su país de nacimiento, por instancias de la emperatriz María Teresa, se vio obligado a escribir una memoria sobre su actuación en América, que llega a nosotros con el nombre de Historia de los Abipones que, en tres volúmenes, apareció en 1784.

 

   FALKNER, Tomás  (1702-1784)

   Fue médico, misionero y luego sacerdote jesuita y nació en Manchester, Inglaterra.  Comisionado por la Royal Society, pasa al Río de la Plata.  A fines de 1729 salió con destino al territorio bonaerense, en el cual debía investigar la botánica, las aguas y las propiedades medicinales de ambas, investigación que debía ser realizada para la entidad ya mencionada.

Enfermo de gravedad, es asistido por los padres de la Compañía de Jesús, que le proporcionaron las medicinas y cuidados necesarios.  Dos años más tarde, en 1732, es recibido en el seno de la Iglesia Católica, ingresando a la Compañía de Jesús. Dedicó su tiempo en Córdoba, donde fue ordenado sacerdote, cumpliendo además de las actividades propias de su ministerio, la práctica de la cirugía y medicina.

El padre Falkner, junto con el padre Cardiel, es destinado por los Superiores de la Orden para la fundación de una nueva Reducción entre los indios serranos. Llegaron de acuerdo a las notas que han quedado a través de la historia, hasta la zona del Tandil, tratando de encontrar un sitio apto para la nueva Reducción.   Luego de recorrer distintas lugares, eligieron el paraje llamado Vuulcán por los indígenas.  Una vez fundada esa Reducción, llevó el nombre de Nuestra Señora del Pilar.  Ambos padres exploraron toda la zona sudeste y sur de la provincia de Buenos Aires, entre los años 1745 y 1756, llegando hasta las riberas del río Negro. En 1761, es enviado nuevamente a Córdoba donde, durante la noche del 11 de julio de 1767, es apresado y llevado a Europa, arribando en 1768.  Prácticamente recorrió todo el territorio argentino, desde Salta hasta las proximidades de Tierra del Fuego. Toda su labor misional y de viajero quedó plasmada en su obra: "Descripción de la Patagonia y de las partes contiguas de la América del Sur", cuya primera edición es de 1774 y en lengua inglesa. En los capítulos II y III de la misma, se encuentran notables datos sobre las reducciones bonaerenses y su región. Falleció en su país natal.

 

   GARAU, Sebastián  (1714-1768)

   Según lo manifiesta el padre Sánchez Labrador, en su obra sobre los indios Pampas, le toca a este sacerdote, junto a los padres Falkner y Cardiel, ser los fundadores de la reducción de Nuestra Señora del Pilar de los Puelches.  Después de haber trabajado en las reducciones bonaerenses, entre pampas y serranos, pasó a misionar con los guaraníes. En 1767, año de la expulsión, se encontraba trabajando en Itapuá, actual Paraguay.

 

   GARCÍA, Manuel  (1715-1782)  

   Fue misionero jesuita, orador y escritor. Nació en España y llegó al Río de la Plata, con el celoso y selecto grupo del padre Machoni.  Estudiando en Córdoba, le designan para la tarea de transcribir la obra del padre Lozano: "Historia de la Compañía de Jesús en el Paraguay" que, por ese tiempo, tenía bastante adelantada el mencionado historiador. Muchos y muy variados cargos ocupó el padre García en Córdoba y Buenos Aires. Su mayor anhelo era ser enviado a tierras de misión. En 1745, se lo encuentra junto al padre Strobel, en la reducción de la Concepción de los Pampas y fue en 1746, que escribió una relación acerca de estos indígenas, escrito que mereció ser incorporado a la obra del padre Charlevoix: "Historia del Paraguay",  publicada en 1757.  Poco debió ser el tiempo que estuvo entre los pampas, puesto que entre 1748 y 1752, llega a Buenos Aires, como procurador del Colegio. Años más tarde, estando como rector del colegio de Santa Fe y pese a estar postrado por una enfermedad, tomó conocimiento de la orden de expulsión, decretada por Carlos III.

 

   GUEVARA, José  (1719-1806)

   Educador, historiador y por sobre todo sacerdote jesuita, nació en las cercanías de Toledo,  España. Ingresó a la Compañía de Jesús con escasos trece años, en 1732. Llega al Río de la Plata, con el grupo misional del padre Machoni.  Prosiguió sus estudios religiosos en Córdoba. En 1752, fallecido el padre Lozano, es nombrado cronista de la provincia del Paraguay. En distintos viajes recorrió la inmensidad del territorio que abarcaba la región que, años más tarde, sería conocida como Virreinato del Río de la Plata.  Estuvo en Asunción, Corrientes, Santa Fe, Buenos Aires, Mendoza, Tucumán y Salta.

   Compuso su monumental obra titulada "Historia del Paraguay", utilizando más que nada, para ello, las informaciones que sus hermanos en religión y las investigaciones que realizaba en forma personal.  Quizás esta obra, como comentó el padre Furlong en uno de sus escritos, no llega a ser genial como la del padre Lozano u ordenada y metódica como la Charlevoix, pero por ello no deja de tener su gran importancia. Lo que a la fecha quedó de la obra de Guevara, historiador, es menos de la mitad de lo que llegó a redactar, puesto que la parte extraviada de la misma, le fue arrebatada el día de su expulsión, en la estancia Santa Catalina, en las cercanías de Córdoba.  En el exilio italiano, escribió y publicó diversas obras dedicadas más que nada a la historia rioplatense.

 

   LEONHARDT, Carlos  (1869-1952)

   Alemán de nacionalidad y ya sacerdote jesuita, trabaja en Chile, especialmente en las colonias alemanas de dicho país. En 1919 llegó a Buenos Aires y al colegio del Salvador.  Se dedicó a estudios de carácter histórico, dedicando su tiempo a la compilación bibliográfica y documental. Uno de sus mayores trabajos fue la publicación de las "Cartas Anuas", de las provincias de Paraguay, Chile y Tucumán de la Compañía de Jesús. Además publicó en la revista "Estudios", una notable serie de trabajos de índole histórica, de los cuales se destacan los dedicados a las Reducciones bonaerenses.

 

   LOZANO, Pedro (1697-1752)

   Nacido en Madrid, llega a la provincia del Paraguay a los quince años. Transcurrido un tiempo, enseñó filosofía y teología en Córdoba, lugar donde había profesado como religioso en 1730. Allí contó con la ilustre compañía de los padres Falkner, Cardiel, Quiroga y Guevara. En ese mismo año era ya cronista de la Orden, para la provincia del Paraguay. Estaba redactando a temprana edad, la "Descripción Corográfica del Chaco" lo que indicaba su ciencia y reputación, según comentó Udaondo.  Aún cuando residió habitualmente en Córdoba, se deduce de sus escritos que recorrió las misiones del Paraguay, Santa Fe, Corrientes y toda la zona aledaña al río Uruguay.  Estuvo varias veces en Buenos Aires.

Examinó personalmente los incipientes archivos de Santiago del Estero, Tucumán y Salta. Recorrió asimismo, la zona cuyana llegando hasta la misma cordillera de los Andes.  De él ha dicho el padre Furlong: "...el padre Pedro Lozano, sujeto versadísimo en todo género de lectura, lleno de noticias sagradas y profanas, varón de los que raras veces produce la naturaleza, para admiración de los siglos...".  La obra del padre Lozano es inmensa, algunos de sus títulos son: Historia de la Compañía de Jesús, 2 tomos; Historia civil del Río de la Plata, 5 tomos; Historia de las Revoluciones, 2 tomos; Cartas anuas, 3 tomos. Además compuso un Diccionario Histórico Índico, en 6 tomos, que desgraciadamente se ha extraviado. Asimismo, dejó una serie de documentos que denominó: Collectanea. Hallándose en el pueblo de Humahuaca, falleció a los 55 años.

 

   MACHONI, Antonio  (1671-1753)

   Nació en el reino de Cerdeña. En 1698 pasó al colegio de la Compañía en Córdoba, donde enseñó Gramática y Teología. Luego de misionar por Salta y ocupar otros cargos dentro de la Orden, vuelve a Europa donde es electo Maestro de Novicios y Procurador General de la Compañía de Jesús. En 1752 publicó en Madrid su obra titulada Arte y vocabulario de la lengua Lule y Tonocote.  También en Córdoba, de España, publicó Las siete estrellas de la mano de Jesús, que contiene la biografía de siete jesuitas, nativos de Cerdeña, que trabajaron en el Río de la Plata. En 1733 se reembarca con destino al Nuevo Mundo, llegando al país con una cantidad de jesuitas notables, para refuerzo de la obra misional. Falleció en Córdoba, de Argentina.

 

   MIRANDA, Antonio  (1706-1794)

   Misionero, docente, filósofo y teólogo. Se desconoce la fecha de su arribo al Río de la Plata, pero sí hay documentos que mencionan su designación en el colegio de Montserrat, Córdoba. Durante un año trabajó allí y luego fue enviado a las misiones guaraníes. En 1738, ejerció como profesor de Teología en Buenos Aires. Además, le otorgan el cargo de procurador del Colegio. Cuando el padre Cardiel se aprestaba en la organización de su célebre expedición, el padre Miranda se ocupó de facilitarle todo lo necesario en los aspectos materiales y económicos, para que pudiera llevar a buen término, la famosa expedición a los Serranos y al Tandil. Falleció en Ravena.

 

   NUSDORFFER, Bernardo  (1686-1762)

   Misionero, docente y escritor, nació en Baviera.  Llegó al Río de Plata, en 1717. En 1747 es nombrado Provincial de la Orden jesuítica. Durante su gestión se establecen las Reducciones bonaerenses. Es notable su correspondencia, que aún se conserva. En una carta al rey de España, desliza los siguientes comentarios sobre los indios pampas: ".. Se ha trabajado incesantemente en el cultivo de estos indios pampas por espacio de cinco años, si bien el fruto no es correspondiente al cuidado con que han aplicado los dos Padres que los asisten por ser gente vagabunda, inconstante, ingrata y muy dada a la embriaguez. Y como por cercanía y trato con los españoles no les faltan bebidas que les ocasionan su ruina...". El padre Nussdorffer, luego de ser Provincial, ocupó diversos cargos de jerarquía en el Paraguay y Río de la Plata.

 

   ORTIZ de ROZAS, Domingo  (1683-1756)

   Sucesor del gobernador Salcedo, fue nominado para la gobernación del Río de la Plata, en 1742. Se propuso estar en guardia permanente con los indígenas bonaerenses que, bajo el pretexto de comerciar y proveerse de lo necesario, asolaban las poblaciones, especialmente la Villa de Luján. Derrotados por las milicias del gobernador, les permitió acampar y establecerse fuera de la Villa de Luján. A pesar de los socorros con que los auxiliaba el gobernador en forma permanente, se abrieron nuevas hostilidades por parte de las tribus. Combatió el Gobernador a los indígenas y los apresó, destinando algunos para las obras de la fortaleza de Montevideo y a otros, los embarcó, entre ellos a Calelián. Según relata la historia,  Ortiz de Rozas fue un gran impulsor de las Reducciones bonaerenses.

 

   QUERINI, Manuel  (1694-1767)

   Nació en la factoría veneciana de la isla de Zante, en el archipiélago griego. Arribó a las costas rioplatenses en 1717. Enseñó en Córdoba y estando en Buenos Aires, en 1729 es enviado a las misiones guaraníes. En 1738 es nombrado rector del Colegio, en la Asunción. El padre Machioni lo eligió para las Reducciones de los pampas, empresa en que se destacó trabajando heroicamente. Pasados algunos años, es electo padre Provincial y rigió el colegio Máximo y la Universidad de Córdoba. Luego de la expulsión, residió en Faenza, lugar donde falleció.

 

   QUIROGA y MENDEZ, José  (1707-1784)

   Misionero jesuita, explorador, navegante y asimismo, matemático y cartógrafo, realizó diversos viajes por el Mediterráneo y el Atlántico. Se sabe que en 1745 es comisionado, junto a los padres Cardiel y Falkner, para reconocer la costa patagónica, bordeando esta, con excursiones de más de cien kilómetros hacia el Oeste, por tierra, tratando de encontrar poblados indígenas y tierras fértiles.  De regreso hacía el norte, recorrió la actual bahía Camarones, golfo San Matías, donde tampoco encuentra agua dulce, tal como ya le había sucedido en San Julián.

   Fue el padre Quiroga, el primer catedrático de Matemáticas de la Universidad de Córdoba y, en su papel de cartógrafo, recorrió el interior del país, llegando con seguridad a Salta y Jujuy. Su "Gran mapa de las misiones de la Compañía de Jesús en los ríos Paraná y Uruguay", fue finalizado en 1749, siendo editado en Roma cuatro años más tarde.  Fue uno de los más grandes opositores al Tratado de 1750. Viviendo en el colegio de Belén, en el barrio de San Telmo de la ciudad de Buenos Aires, lo encuentra la noche del 2 al 3 de julio de 1767, el decreto de expulsión. Ya en el exilio italiano escribe: El arte de navegar, publicado en 1784, Descripción general de la provincia del Paraguay y otros escritos.

 

   PAUCKE, Florián  (1719-1780)

   Por escritos que se han podido apreciar, el padre Baucke, decidió por propia voluntad, que su apellido se transforme en Paucke.  Fue uno de los grandes misioneros de la Compañía de Jesús en el Río de la Plata. Desde su llegada en 1749, hasta el momento de la expulsión en 1767, trabajó en el campo misional, primero en la ciudad de Santa Fe y luego en la Misión de San Javier, entre los Mocovíes.  Les enseñó no solo el catecismo, sino que también empleó la capacidad de los indios, enseñando a estos a trabajar.  Así logró que en San Javier se hicieran velas, trabajos de tornería en madera, telares y hasta se llegó a la fundición de campanas. Asimismo se formó un conjunto musical compuesto por catorce intérpretes, que no solo ejecutaban música en los actos litúrgicos, sino que también amenizaban los eventos oficiales.

   La obra escrita del padre Paucke, fue editada en español, por primera vez en 1947, en la Universidad Nacional del Tucumán y lleva el título de: Hacia allá y para acá (una estada entre los indios Mocovíes, 1749 - 1767).   La obra contiene más de cien ilustraciones en color, realizadas y glosadas por el autor, donde se aprecia en forma extraordinaria, los diversos aspectos de la vida cotidiana, la flora, la fauna, las costumbres, etc. El padre Paucke falleció en Faenza, Italia.

 

   REJÓN, Jerónimo  (1712-1779)

   De origen español, llegó al Río de la Plata en 1743.  Mucho trabajó entre los indios pampas y serranos, especialmente en la Reducción de Nuestra Señora de la Concepción, hasta el levantamiento de la misma en 1750. Pasó más tarde al Chaco a misionar entre los Abipones, lugar donde lo encuentra la orden de expulsión en 1767. Es llevado a la Asunción y luego a Italia, donde esperó en vano, después de una vida entregada al ministerio religioso y al estudio, la restauración de la Compañía de Jesús, que no lograría ver en su vida.

 

   SALCEDO, Miguel de  (1689-1765)

   Militar y gobernador de la provincia del Río de la Plata, nació en España. Se hizo cargo de la Gobernación en 1734, desempeñándose en la misma por espacio de diez años.  El padre Lozano, menciona que: "...desde el principio estaba convencido el gobernador de la Provincia, a quienes se le debía encargar la cura de almas de los indios, porque sabía de la experiencia que buen número de Reducciones de su jurisdicción estaban muy bien administradas por los padres de la Compañía de Jesús y que no podía dudar que aumentarían más su celo apostólico los jesuitas...".  "... Puesto de acuerdo con el Cabildo de Buenos Aires, convocan al padre Provincial, suplicándole que la Compañía tomase a su cargo esta empresa apostólica...".  Tomó tanto empeño el gobernador en esto, que parecía un misionero más. Destacó en su solicitud a los padres, "...que la futura Reducción era la puerta para convertir a los innumerables infieles esparcidos por los campos y selvas hacia el estrecho de Magallanes y que allí se podrían fundar más misiones que entre los guaraníes..."

   De esas inquietudes apostólicas del gobernador se originarían las Reducciones de la Concepción de los Pampas, la de Nuestra Señora del Pilar de los Puelches y la de Nuestra Señora de los Desamparados de los Patagones. Regresó a España, donde falleció siendo gobernador de Málaga.

 

   SÁNCHEZ LABRADOR, José  (1717-1798)

   Fue misionero de la Compañía de Jesús, educador, notable escritor y explorador. Una vez llegado al Río de la Plata, en 1734, prosiguió sus estudios en la Universidad de Córdoba, donde también fue docente. El padre Sánchez Labrador fue un gran observador y por esencia naturalista, en todas partes, directa o indirectamente llegaba al conocimiento de cuanto podía contribuir a ampliar o rectificar sus conocimientos de la ciencia de la naturaleza. Entre 1746 a 1758, vivió entre distintos pueblos guaraníes, dedicado a sus tareas sacerdotales, sin desmedro del acrecentamiento del saber sobre los fenómenos naturales que le rodeaban.

   Estando en la Asunción, en 1759, como maestro de Teología, no desaprovecha la oportunidad para estudiar el entorno, habiendo encontrado un campo de apostolado fecundo entre los indios Mbayás o Guaycurúes. Para desempeñar mejor sus tareas misionales, dejó su cátedra y se estableció en una nueva misión a la que se llamó Nuestra Señora de Belén, cercana a la confluencia del Paraná con el Paraguay. El padre Domingo Muriel, sacerdote jesuita, narró que a la par del aprendizaje de la lengua de los naturales y la traducción del catecismo a la misma, debieron afrontar muchas dificultades, debidas más que nada a la indolencia de los naturales.  Mientras construían la iglesia y escuela respectivamente, se desató una terrible epidemia de viruela, que redujo la misión a unas veinte personas.

   Pese a estas desventuras, tuvo tiempo para iniciar la travesía del Gran Chaco Paraguayo (aún hoy en día es bastante inaccesible, pese a las modernas vías de comunicación), que logra tras treinta y tres días de penoso viaje, atravesando ciénagas, abriendo picadas, venciendo todos los peligros y obstáculos que se le presentaron. Con esta hazaña, que llevó a su culminación, retornando al pueblo de Belén, abrió un nuevo camino hacia el Perú, acortando de esa manera en doscientas leguas lo que con anterioridad a su marcha, llevaba mas de mil.

   Su obra escrita es gigantesca y aún falta un editor que se anime a su publicación. Pocas obras de Sánchez Labrador han visto la luz y entre ellas, se destaca: Paraguay católico, en la cual se  encuentra valiosa documentación sobre la Misión de los indios pampas; La misión de los indios puelches, y La misión de los indios patagones.

   Detenido tras el decreto de expulsión, abandonó estas costas en 1768. En el destierro de Ravena, dedicó todos sus esfuerzos a la redacción de una obra cercana a los veinte volúmenes,  de tal riqueza y magnitud, que se puede decir que, en ella, se encuentran noticias y pormenores valiosos, que hacen al pasado de toda esta región.

 

   STROBEL, Matías  (1696-1768)

   De nacionalidad alemana, ingresó a la Compañía de Jesús a los diecisiete años. De Viena viajó a Sevilla, donde se embarcó hacia Buenos Aires, llegando en 1729. Tres años más tarde, se lo encuentra en el pueblo de Jesús, en las misiones guaraníes, gobernando esa población durante siete años.   En 1739 dicta cátedra en el colegio de Buenos Aires, lugar que deja para ir de rector al colegio de Corrientes.

   En 1740 es elegido para la fundación entre los indios pampas, ya que tenía la facilidad de conocer la lengua que estos hablaban. Se encontraba ya en plena tarea misional entre los pampas, cuando le llega la determinación de los Superiores de la Orden, que debía hacerse cargo de la expedición a la Patagonia, juntamente con los padres Cardiel y Quiroga. A su regreso del viaje, vuelve al pueblo de la Concepción de los Pampas.  Luego se le encarga la fundación de la Reducción de Nuestra Señora del Pilar de los Tehuelches, juntamente con los padres Falkner y Garau, según indica Sánchez Labrador. Entre 1752 y 1754, fue el padre Strobel, el superior de las misiones guaraníes, tocándole un lugar destacado en los sucesos posteriores al Tratado de 1750. Residiendo los últimos años en la reducción de Loreto, con la salud muy quebrantada, le llegó en ese momento el decreto de expulsión. Falleció en Cádiz.

 

   VILERT, Agustín  (1721-1769)

   Fue jesuita catalán. En unión con los padres Rejón y Garau llegó a este país en 1745. Los tres trabajaron con verdadero celo y sacrificio en las reducciones bonaerenses, especialmente en la Concepción de los Pampas. Más adelante fue enviado a las misiones paraguayas, donde no dejo de notarse su presencia, debido a la cantidad de obras realizadas. Se encontraba en la Candelaria, cuando acaeció la expulsión colectiva de 1767. Falleció en el Puerto de Santa María, España.

****

FUENTES:

(1)- Assadourián, Carlos Sempat: "El sistema de la economía colonial". México, Nueva Imagen, 1983. 

(2)- Moutoukián, Zacarías: "Burocracia, contrabando y autotransformación de las elites. Buenos Aires en el siglo XVII". En Anuario IEHS, nº 3, Tandil, 1988, pp 213-247.

(3)- Garavaglia, Juan Carlos: "Ecosistemas y Tecnología agraria: elementos para una historia social de los ecosistemas agrarios rioplatenses (1700-1830)", en Desarrollo Económico, V., 28, nº 112, enero-marzo, 1989.

(4)- FUENTE: Las fuentes estimadas para estimar las poblaciones de la campaña bonaerense, son los padrones del año 1744 y 1778.  Ambos se encuentran publicados por la Facultad de Filosofía y Letras en: "Documentos para la Historia Argentina, Padrones de la ciudad y campaña bonaerense (1726-1810). Compañía Sudamericana de Billetes de Banco, Buenos Aires, 1914. Tomos X y XII respectivamente. En el caso de San Antonio de Areco, los datos corresponden al padrón del año 1781, trabajado por J.C. Garavaglia.

(5)- Cardiel, J.: "Diario del Viaje y Misión al Río del Sauce". Buenos Aires. Facultad de Filosofía y Letras, 1930.

(6)- Cardiel, L.: Idem, pp 26-27.

(7)- Falkner, T.: "Descripciones de la Patagonia". Buenos Aires, Imp. Coni Hnos., 1911.

(8)- Pavón, Pedro Pablo: "Diario de Campaña..., que contiene la explicación exacta de los rumbos, distancias, pastos, bañados y demás particularidades que hemos hallado en el reconocimiento del campo y sierra, comisionada por orden del Ilustrísimo Cabildo del Puerto de la Santísima Trinidad de Buenos Aires, en 12 de octubre de 1772". En P. de Ángelis, Colección de obras y documentos, Buenos Aires, Plus Ultra, 1969, Tº IV.

(9)- Sá y Farías, Custodio: "Segundo informe presentado por... sobre el puerto de San José". En P. de Ángelis, Colección de obras y documentos. Buenos Aires, Plus Ultra, 1969. Tº IV.

(10)- Mateo, J.: "La polisemia del indio en el Río de la Plata". En Actas del Primer Congreso Internacional de Etnohistoria, Bs. As., I. N. A., 1989.

(11)- Archivo General de la Nación: "Acuerdos del extinguido Cabildo de la ciudad de Buenos Aires". Bs. As., Talleres de la Penitenciaría Nacional, 1917.

(12)- Trancripta por Richard Konetzke en su:"Colección de documentos para la historia de la formación social de Hispanoamérica". 1493-1810. C. S. I. C., Madrid, 1962, Tº 3, volumen II, pág. 453.

(13)- Messía, Diego Cristóbal, Presidente de la Audiencia de Charcas: "Carta a S. M. informando  los medios que se podrán poner en práctica, para la reducción de los indios Pampas y conservación de los demás". Archivo General de Indias, 76-3-9.

(14)- "Cartas Annuas de la provincia del Paraguay - Documentos para la Historia Argentina". Tº XVIII.

(15)- Sánchez Labrador, J.: "Paraguay Católico", Bs. As., Viau y Zona, 1936.

(16)- Cercana a la actual localidad de Castelli "...a cuatro leguas de la desembocadura...". Archivo General de la Nación, Sala IX, Legajo 4-1-3.

(17)- En realidad no se conoce el sitio exacto. También se cree que fue al pie del Vuulcán (actual Puerta del Abra).

(18)- Leonhardt. C.: "Carta del padre Matías Strobel". Revista Estudios, Tº XXVI, pág. 449.

(19)- Carranza, Andrés: "Petición del padre Carranza al Alcalde Ordinario, para que éste levante una información sobre las injurias y ofensas a los indios Pampas y Serranos, por los españoles". Archivo General de la Nación. Biblioteca Nacional, nº 1833.

(20)- "Carta del padre Matías Strobel del 14-1-1748", citado por el sacerdote G. Furlong en apéndice de Sánchez Labrador, J.: oportunamente citado, pág. 240.  

ANTERIOR VOLVER AL INDICE SIGUIENTE